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Calidad del aire: la importancia de preservarla

Calidad Del Aire La Importancia De Preservarla

Ante los problemas medioambientales surgidos de la actividad humana como la alta contaminación o el aumento de las temperaturas, hace ya un tiempo que el concepto de calidad del aire ha tomado una gran relevancia y se ha situado como uno de los elementos clave a los que debemos prestar atención para el cuidado del medioambiente y de nuestra salud.

Pero, ¿qué es la calidad del aire? ¿Qué efectos tiene una mala calidad del aire en el planeta y en la salud de las personas? ¿Cómo puedo contribuir a mejorar la calidad del aire? En este post trataremos de responder estas preguntas y hablaremos de la importancia de mantener una buena calidad del aire.

¿Qué es la calidad del aire?

El concepto de calidad del aire -o índice de calidad del aire- hace referencia a las cantidades de contaminantes que se encuentran presentes en el aire. De este modo, cuando la calidad del aire es buena querrá decir que hay pocos contaminantes; mientras que cuando es mala, estaremos ante unos niveles de contaminación elevados.

Normalmente, el índice de calidad del aire es proporcionado por las autoridades de una zona concreta, en mayor medida de áreas urbanas, y puede ser clasificado en seis categorías de peligrosidad: buena, moderada, dañina para grupos sensibles, dañina para la salud, muy dañina para la salud y peligrosa.

Para calcular el índice de la calidad del aire, existen diversas metodologías como la propuesta por la Agencia Americana de Protección del Medio Ambiente (EPA) o la propuesta por la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA). Ambas, para la medición, tienen en cuenta distintos contaminantes considerados clave como las partículas en suspensión (PM2,5 y PM10), el ozono troposférico (O3), el dióxido de nitrógeno (NO2), el monóxido de carbono (CO) y el dióxido de azufre (SO2).

En este sentido, la Agencia Europea del Medio Ambiente, en 2017, activó un nuevo índice de la calidad del aire con el objetivo de que los ciudadanos pudieran comprobar la calidad del aire de cualquier ciudad o región de Europa. Para ello, se basan en mediciones realizadas en más de 2.000 estaciones alrededor del continente. Mediante un mapa interactivo, los usuarios pueden acceder a dicha información actualizada.

Los efectos de la calidad del aire en el medio ambiente y la salud de las personas

La Agencia Europea del Medio Ambiente ha revelado en distintos estudios que, en base a las mediciones que realizan de la calidad del aire, las personas que viven en las ciudades europeas están expuestas a niveles de contaminación atmosférica considerados nocivos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En este sentido, los efectos de la mala calidad del aire en la salud de las personas pueden ser múltiples: desde irritaciones oculares hasta todo tipo de problemas respiratorios y cardíacos, además de perjudicar el sistema inmunológico y la fertilidad, entre otros. Asimismo, contribuye a la aparición de asma y diabetes, puede retrasar el desarrollo pulmonar y del cerebro de los menores y reduce la calidad y la esperanza de vida.

Además, si es verdad que la mala calidad del aire afecta a la salud de todas las personas, aún tiene efectos más notorios en colectivos sensibles como las personas con enfermedades respiratorias o del corazón, personas mayores, mujeres embarazadas o menores de seis años.

Así, según datos del Tribunal de Cuentas Europeo, la contaminación atmosférica daña gravemente la salud de los ciudadanos europeos y cada año, aproximadamente 400.000 personas mueren de forma prematura debido a las excesivas concentraciones de contaminantes en la atmósfera.

A nivel medioambiental, además, la mala calidad del aire puede tener consecuencias en la biodiversidad de nuestro planeta, repercutiendo en el equilibrio de los ecosistemas, causando cambios en el clima o un incremento de fenómenos atmosféricos graves y puede afectar dañando al suelo, los cultivos, bosques, ríos y lagos, entre otros.

¿Cómo podemos mejorar la calidad del aire?

Desde ya hace tiempo, los Estados y diversas organizaciones internacionales han establecido medidas y han contado con legislaciones en materia de la calidad del aire para establecer límites a las concentraciones de contaminantes. Sin embargo, la mala calidad del aire sigue siendo un problema en la mayoría de Estados y ciudades.

Por ello, para mejorar la calidad del aire, en primer lugar, es imprescindible que los Estados y los organismos internacionales competentes refuercen las leyes y directivas sobre la calidad del aire para fomentar la adopción de medidas eficaces para su mejora.

Por otro lado, como usuarios, también podemos tomar algunas acciones para contribuir a una mejora de la calidad del aire como:

  • Movilidad sostenible: el origen principal de la contaminación del aire reside en la combustión de los vehículos de motor. Por ello, es importante adoptar hábitos y decantarnos por una movilidad más sostenible, desplazándonos en transporte público, en bici o a pie. Cuando no sea posible, habrá que intentar siempre desplazarse con opciones de vehículos menos contaminantes como aquellos que usan autogas, los eléctricos u optar por compartir el trayecto con otras personas.
  • Consumo responsable: con pequeñas acciones como priorizar los productos de proximidad y locales frente a los que requieren transporte internacional, la adquisición de productos ecológicos o, en el caso de la compra de vehículos, optar por aquellos con menores emisiones, también estaremos ayudando a mejorar la calidad del aire.
  • Energía: el suministro y el consumo energético pueden ser muy determinantes a la hora de afectar en mayor o menor medida a la calidad del aire. Por ello, es necesaria una transición energética hacia un modelo más sostenible. Así, será esencial poner en marcha hábitos que nos permitan reducir nuestro consumo energético y lograr un ahorro energético mediante la adquisición de aparatos con una alta eficiencia energética, el uso de termostatos, cocinar de forma eficiente, etc. Del mismo modo, el tipo de fuente energética que usemos y su eficiencia también afectará a la calidad del aire. Así, usar energías más limpias como las renovables o el gas propano, entre otros, contribuirá a mantener una mejor calidad del aire al emitir menos contaminantes.
  • Gestión de residuos: también es una pieza importante reducir la generación de residuos, minimizando el consumo de productos; reciclar, es decir, depositar cada residuo en el contenedor adecuado; reutilizar, aprovechar las cosas más de una vez; utilizar sistemas de recogida selectiva, entre otros.

Con pequeños cambios como estos en nuestros hábitos diarios y mediante medidas impulsadas por los diferentes gobiernos y organismos públicos, conseguiremos, entre todos, lograr una mejora en la calidad del aire.

Y tú, ¿qué hábitos o acciones tomas en tu día a día para contribuir a una mejora de la calidad del aire?