Todas las vías hacia la descarbonización
A menudo se habla de la transición energética como si fuera una línea recta: de los combustibles fósiles a la electricidad. Pero el camino hacia un futuro sin emisiones no es una carretera de un solo carril. Se parece más a una autopista con distintos ritmos, tecnologías y puntos de partida.
En los últimos años, la
electrificación se ha presentado casi como sinónimo de descarbonización. Sin
embargo, no toda la electricidad es renovable y las fuentes que sí lo son, como
la solar o la eólica, son intermitentes. Concentrar toda la transición en un
único vector energético no garantiza estabilidad ni equidad; sería como
intentar que todos los vehículos circularan por el mismo carril en la carrera
hacia 2050.
Frente a esa visión única, el GLP,
y especialmente el GLP Renovable, representan una alternativa inmediata y
accesible. Son energías que ya existen, que funcionan y que permiten reducir
emisiones sin frenar la actividad. No buscan sustituir el modelo, sino
mejorarlo.
Avanzar hacia un sistema energético descarbonizado exige neutralidad tecnológica: dejar que todas las soluciones que reducen emisiones se desarrollen en igualdad de condiciones y acompañar el avance de las que más ayudan a reducir emisiones y aportan estabilidad al sistema energético.
En el transporte, el GLP, conocido como autogas, es un ejemplo de cómo la innovación puede convivir con lo cotidiano. Según datos europeos, sus emisiones de CO₂ son alrededor de un 20% inferiores a las de la gasolina o el diésel y prácticamente elimina las partículas finas y el humo visible. Eso significa aire más limpio y una mejora inmediata en la calidad urbana. Además, el autogas tiene etiqueta ECO, cuesta menos por kilómetro que la gasolina y ofrece mayor autonomía que muchos híbridos. En España existen ya más de 800 estaciones, siendo el Dacia
En zonas rurales donde la red gasista no llega y la electrificación no siempre es viable, el GLP es una herramienta práctica para reducir emisiones sin sustituir infraestructuras. Cambiar gasóleo por GLP puede recortar la huella de carbono en torno al 20%; hacerlo con GLP Renovable, en más del 70%.
En los hogares, las calderas modernas de GLP o gas natural también pueden adaptarse fácilmente para funcionar con biopropano o biometano: gases renovables que reducen las emisiones y pueden producirse a partir de residuos agrícolas, urbanos o industriales. Es un ejemplo claro de cómo la energía y la economía circular pueden ir de la mano, convirtiendo lo que antes era un desecho en una fuente de calor útil.
El GLP renovable es químicamente
idéntico al GLP convencional (C₃H₈), pero con un origen distinto: puede
obtenerse a partir de residuos orgánicos, biomasa sostenible o subproductos
industriales, Su huella neta es casi neutra y su producción impulsa la economía
circular, aprovechando recursos que antes se desperdiciaban.
La
Descarbonización no puede jugarse a una sola carta. Se construye sumando
soluciones, combinando tecnologías y aprovechando todas las oportunidades que
ya existen.
Ircongas (2024) – “Tendencias del mercado GLP España 2024”.
Ircongas (2024) – “GLP vs diésel: un hito importante para la movilidad en España”.